ETAPAS

... de un cristiano 

... que quiere vivir el Evangelio 

... según la Regla de San Benito 

... en un pequeño monasterio trapense ...

Aspirantado

Es el primer acercamiento y conocimiento mutuos.
La persona hace un compromiso implícito de discernimiento con nuestra comunidad.
Se invita al aspirante a hacer retiros frecuentes, a conocer el lugar y a los hermanos.
Se emprende un camino de búsqueda de la voluntad de Dios.
Este período dura desde uno a dos años. Si su deseo sigue vivo, en el momento oportuno, se le invita a hacer una experiencia, en principio de tres meses, dentro de la comunidad.

Postulantado

Luego de la experiencia monástica, el aspirante pide el ingreso si es su deseo, y, una vez aceptado, ingresa a la comunidad como postulante. Sigue ahondando en su discernimiento y se profundiza en el conocimiento de Cristo, de la comunidad y de la vida monástica.

Noviciado

El postulante, después de un período de prueba, es aceptado por la comunidad, en donde, despojándose de sus ropas seglares, recibe su hábito de novicio.
Este período dura dos años.
El novicio va creciendo en conocimiento de sí mismo, de Dios y de su vocación.

Juniorado

Después de un serio discernimiento, el novicio pide hacer sus votos temporales dentro de la comunidad.   Se le entrega el escapulario negro y la capa característica.
Este período varía entre tres y nueve años, como máximo.
El junior participa cada vez más en la comunidad, donde debe aprender el arte de vivir en fraternidad, despojarse del "hombre viejo" y recibir la gracia de conformarse a Cristo.

Profesión Solemne

El junior y la comunidad, después de un largo discernimiento, llegan a la conclusión que este es el camino querido por Dios, y se realiza la Profesión Solemne.
Pero este es sólo el inicio real del camino de conversión para el monje.  El Amado lo va despojando de todo, y lo va moldeando según su Voluntad.

Sacerdocio

Puede ocurrir que el monje sienta una vocación sacerdotal, pero ésta es una gracia particular y está al completo servicio de la comunidad.   El sacerdote es en primer lugar monje, y la única distinción, es que se le exigirá una mayor obediencia, ejemplaridad y caridad.

Dios llama a los que quiere... 

a la vida monástica...

Como al Doctor de la Iglesia, San Bernardo de Claraval,  un  faro de luz y de doctrina para los de su tiempo y los de hoy...

O... en la incomprensión de la enfermería de un monasterio, enfermo de diabetes tipo 1 (¡y de amor a Dios!), como San Rafael Arnaiz...

Recibiendo la palma del martirio, a manos de un grupo extremista armado, en Argelia, como los Siete monjes trapenses de Tibhirine...

O en la soledad de una celda, enferma, ofreciendo su vida a Dios por la unidad de los cristianos, como la Beata María Gabriela Sagheddu...

O con el báculo de Abad, siendo prolífico y benéfico escritor, teólogo, historiador, pensador, como San Elredo de Rieval...

O aislada, en una cabaña, al lado de su monasterio, con lepra, paralítica y ciega, como Santa Alicia (Aleyda) de Schaerbeek...

El Señor llama y adorna con sus espléndidas gracias a quien quiere...  como a Santa Lutgarda, mística, escritora, estigmatizada, pionera en propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús...

O como al Beato María José Cassant, de salud frágil y con problemas de aprendizaje, pero a quien el Señor hace gigante; su sacerdote y una víctima consagrada a su Sagrado Corazón... 

¿Cuál es tu historia... 

cuál es tu deseo... 

cuál es tu búsqueda...???