Jornada monástica....


Al llegar el término del día, el monje "completa" su jornada, tal como la inició: poniéndose a los pies del Señor, ofreciendo sus miserias y sus logros...

En la tarde, con el peso, dolores y alegrías del día, el monje vuelve a reunirse en la Iglesia, con sus hermanos, para cantar Vísperas.

Despues de alimentar y descansar su cuerpo, el monje se dirije a la Iglesia, al toque de campana, para rezar Nona y así continuar con la segunda mitad de su jornada.

Al mediodía, el monje detiene sus trabajos y vuelve a levantar los ojos al Señor.

Al comienzo de la mañana, el monje reza el Oficio de Tercia.

El monje tiene el privilegio de celebrar cotidianamente la Santa Misa.

El monje se levanta de madrugada, mientras el mundo duerme y el demonio ronda...