Algo de historia...

Nuestra historia comienza, en el siglo VI, con San Benito de Nursia. Él escribió una Regla para monjes cenobitas, esto es, para quienes viven en comunidad.
"...cumple, con la ayuda de Cristo esta mínima Regla... y entonces llegarás... a las cumbres más elevadas..." (RB 73, 8-9)

A fines del siglo XI, tres monjes, santos y "rebeldes" (Roberto, Alberico y Esteban) quisieron vivir la Regla de San Benito con mayor fidelidad, pasión y originalidad.
Fundaron un "nuevo monasterio", en la localidad de Císter, Francia, dando origen, así, a la Orden Cisterciense.

En el siglo XVII, el Abad Armand de Rancé, inspirado por los aires de renovación que soplaban en la Iglesia, reformó su abadía de La Trapa (Francia), avivando y regresando a la espiritualidad y observancia de los primeros cistercienses. Desde aquí, a los cistercienses se les conoce también como "trapenses".

La Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia (OCSO), es una sola Orden, conformada por monasterios de monjas y de monjes.
Está presente en los cinco continentes y cada monasterio se adapta e integra a los diversos lugares y culturas, enriqueciendo así, aún hoy, el carisma cisterciense.


