Oración Personal

La oración silenciosa que el Espíritu Santo inspira en nuestro corazón y que brota del contacto asiduo con la Palabra de Dios, es nuestra tarea central. A partir de ella, hacemos todo lo demás.

Nuestras Constituciones nos animan a rezar frecuentemente con ardiente deseo y espíritu de conversión; estando en la tierra, vivir con el espíritu en el cielo y desear la vida eterna con todo afán espiritual. Siempre debemos tener presente en nuestros corazones a la Virgen María, Asunta al cielo, vida, dulzura y esperanza de los que peregrinamos en la tierra.

El silencio se considera como uno de los valores más peculiares de la Orden, pues asegura al monje la soledad en la comunidad, favorece el recuerdo de Dios y la comunión fraterna, abre la mente a las inspiraciones del Espíritu Santo y estimula la atención del corazón y la oración solitaria con Dios” (Constituciones de la Orden, número 24).