Noviciado

“Miren cómo el Señor, en su bondad, nos indica el camino de la vida. Ceñidos, pues, con la fe y la observancia de las buenas obras, tomando por guía el Evangelio, sigamos sus caminos, para que merezcamos ver a Aquel que nos llamó a su Reino” (Regla de San Benito. Prólogo)

El noviciado tiene una duración de dos años. Es un tiempo de integración personal en la vida monástica cisterciense. Por medio de la oración, las ascesis, el progresivo conocimiento de sí mismo y la participación en la vida de la comunidad, se potencia el crecimiento humano y espiritual del novicio que, como todo monje, está llamado a ser transformado en imagen de Cristo.

Para que este período sea provechoso, el novicio mantiene una relación abierta y confiada con el Maestro y el Abad.

Esta etapa considera un programa de estudios monásticos, que establecerá las bases de su formación como monje.

Al final de esta etapa, el novicio decidido a entregarse totalmente a Cristo y a la comunidad mediante la profesión monástica, solicita formalmente al Abad hacer sus primeros votos.