Monasticado

Cuando progresamos en la vida monástica y en la fe, ensanchado nuestro corazón con la inefable dulzura del amor, corremos por el camino de los mandamientos de Dios”. (Regla de San Benito. Prólogo)

El tiempo de formación que sigue al noviciado se llama monasticado y comienza cuando el hermano hace su profesión temporal (votos), por la que asume obligaciones propias de la vida monástica.

A quien vive esta etapa se le llama junior. Durante este período, que continúa y completa la tarea de la fase anterior, los juniores aprenden a actuar movidos por principios internos y dentro de una mayor participación en las actividades y responsabilidades de la comunidad.

Debido a que el monasticado es un tiempo de crecimiento muy particular, la calidad de sus relaciones fraternas y con los superiores, el control sobre el temperamento y emociones, y el crecimiento en la madurez humana, son signos de su cooperación al carisma de la vocación.

El programa de educación monástica les orienta al conocimiento más profundo de la fe y del patrimonio monástico, y a una reflexión más consciente sobre sus propias convicciones y valores.